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Bellas Artes Salta

La espera

Yo no estudio las cosas ni pretendo entenderlas.
Las reconozco, es cierto, pues antes viví en ellas.
Converso con las hojas en medio de los montes
Y me dan sus mensajes las raíces secretas.

Tiempo Del Hombre, Atahualpa Yupanqui.

Cuánta potencia adquiere una artista sensible como Karla Buzo, cuando en sus decisiones de búsqueda elige escaparse de la Capital para habitar los Valles Calchaquíes. Quizá en esta serie de decisiones, la más trascendente o la más radical, sea abrazar continuamente materiales y técnicas vinculadas a prácticas ancestrales e incorporarlas a un discurso y a un hacer contemporáneos. Técnicas que durante siglos sólo estuvieron circunscritas a ámbitos domésticos, a cultivos que permitían la sustentabilidad, a artesanías, a oficios. Al utilizar estas técnicas en su labor las resignifica, dando un resultado muy diferente al tradicional, con gestos, guiños, con esa inconformidad y esa obsesión que sólo profundiza y capitaliza el arte.

Sembrar lino o trigo en comunidad, investigar el proceso, experimentar, escuchar a la tierra y respetarla, hace que cada una de sus piezas dé cuenta también de todo esto. Sus tejidos, sus adobes con fibra, sus papeles hablan de la tierra donde se plantó la semilla hasta del proceso de producción y cómo funciona esa economía familiar. Valiéndose del objeto producido para hablar de esto, imprime a los materiales de la región la transformación como posibilidad.

Lo textil está inevitablemente relacionado al clima y al territorio. Y el territorio evoca paisajes y el paisaje aparece tácito en sus piezas. Puedo ver cómo el particular empleo de recursos matéricos además de establecer nuevos lenguajes estéticos, permite un papel en el activismo social, como importante herramienta que da continuidad a mensajes transmitidos por siglos.

Textil, textura, texto, contexto suenan muy similares entre sí y es debido a que todas estas palabras provienen del vocablo texere, que significa tejer. La definición de esta palabra incluye tanto el sentido literal como el sentido figurado de componer a base de cosas intangibles, ya sea palabras, pensamientos, ideas y crear algo con una estructura legible con sentido lógico. Así el tejer ya no implica el sentido literal, más bien es la forma de entrelazar varias piezas para formar un todo coherente y con estructura. Es así como nos encontramos sumergidos en un mar completo de tejido donde todo tiene que ver con todo. La ductilidad de la fibra permite el juego de lo antagónico, la coexistencia de lo duro y lo blando, lo rígido y lo flexible, lo preciso y lo desvanecido. El material elegido responde a una idea filosófica: para un arte de incertidumbres se utiliza un material incierto. Las formas híbridas emergentes exploran la polisemia de las interdisciplinas, son una mezcla de medios quizás contradictorios, en un juego de relación constante con lo diferente, con la otredad, pero la identidad propia resiste su significado final.

Creo que quizá lo más frecuente en el obrar de Karla sea la espera. Una espera muy presente en la vida de los habitantes del norte argentino. Esta costumbre norteña de esperar sin saber nunca qué ni cuándo le ha permitido tramar todos estos trabajos que van desde la semilla a la fibra, de los surcos al adobe, de lo particular a lo universal, del trabajo arduo del campo a la poesía.

Hugo Albrieu. La Rioja, agosto de 2022.